
Anteriormente los daños causados a la humanidad y al planeta parecía no tener mucha relevancia, pero al darnos cuenta de que son recursos no renovables y que los estamos perdiendo se ha tratado de llegar a la conciencia de muchas personas y de muchos empresarios, pero sin embargo el dilema sigue ahí, se mantiene vivo y tal vez con mayor intensidad. Por ello, reconocer en dónde termina la responsabilidad de las empresas y dónde termina la responsabilidad del consumidor es bastante complicado, cada una de las dos partes busca satisfacer sus necesidades. A medida que pasan los años, surgen nuevas necesidades, mayores deseos de satisfacción, vivimos en un mundo que avanza tecnológicamente de manera veloz y crear productos y/o servicios que no afecten el planeta y a los seres humanos es la misión actual.
Una vez más se debe hablar de los objetivos individuales y de los objetivos empresariales, el ser humano es egoísta por naturaleza y muchas veces actúa pensando en su propio bien, pero es hora de cambiar estos paradigmas que están dejando huellas imborrables, es hora de situar a los objetivos organizacionales, colectivos, por encima de los objetivos individuales, debemos empezar a preocuparnos más por el ambiente, por nosotros mismos y tener un cambio de aptitud frente a los grandes monstruos que nos controlan: las organizaciones. Cualquier decisión estratégica que tome la empresa debe estar basada en el análisis de las consecuencias previsibles sobre la sociedad, si bien es cierto que se debe generar crecimiento económico , de igual forma se debe lograr cohesión social y protección medioambiental de manera paralela, generando cultura organizacional integral que no sólo va en busca del beneficio económico sino que también busca integrarse en su entorno basada en conciencia social, sustentabilidad ecológica, etc., que deben ser compartidos por todas las personas dentro de la organización.
"Miremos más que somos padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado" Miguel de Unamuno


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